Exploración

Tras mucho esperar ha llegado el momento en el que Ethari ha venido a Eorzea. Llevaba tiempo esperándole, ansiosa, para irnos de aventuras juntos. Y en cuanto llegó, las aventuras comenzaron.

Él es un Gladiator y yo, para acompañarle en las travesías, me armé con un arco. Juntos hacemos un equipo mas que solvente =)

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Tras hacer unas cuentas leves juntos (y no morir en el proceso) nos despedimos, ya que Ethari tenía que irse a descansar. Pero yo quería seguir aventureando. Y decidí ir de exploración.

Quedan 3 ciudades grandes en el continente de Aldenard. Tras el ataque del Imperio Garlean, la ciudad de Ala Mhigo, la mas grande y próspera, fue arrasada. También estan Ishgard y Gravania, pero decidí visitarlas mas adelante.

Me puse mi túnica de viaje y empezó el recorrido…

Atravesé la húmeda jungla de Black Shroud que rodea mi ciudad, Gridania, hasta llegar al desierto que rodea Ul’dah: Thanalan.

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Fue mucho caminar, trotar y correr. El día entero de hecho. Pero cuando se puso el sol fui recomensada con la visión de Ul’dah.

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Es la ciudad mas poblada en esos momentos. Es céntrica, redonda y sin callejones. Nada que ver con el laberinto de Gridania. El mercado esta en su pleno apogeo y los retainers pregonan las mercancias de los aventureros, mientras éstos se dedican a la artesanía.

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La verdad es que para mi gusto esta un poco sobrepoblada, pero para comprar y vender esta de fabula.

Hice un recorrido completo buscando gente que necesitara los servicios de una aventurera y descubriendo rincones. Me encontré con un cabaret de Mi’qotes, todas monas ellas.

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Y en un taller me topé de frente con otro viejo conocido. Uno de los puppet que acompañaban a los aventureros de Vana’diel.

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Y también, por supuesto di una vuelta por las tierras circundantes, encontrándome con enemigos bastante curiosos.

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Tras lo cual proseguí mi viaje. Hacia el mar…

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Y atravesando los parajes desérticos con oasis escondidos…

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Hasta el puerto escondido en una cala, tras pasar un fresco tunel.

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Por supuesto, mientras me entendía con el aduanero sobre la compra de los billetes, que al final resultaron ser gratis, se me escapó el barco.

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Tuve que esperar medio día hasta la llegada del otro. Y ni siquiera me había traido la caña de pescar. Eché una siestecilla, vamos.

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El barco soltó amarras, los últimos rezagados pegaron un salto hasta la cubierta, y emprendimos el viaje hasta la isla occidental, en la que se hiergue Limsa Lominsa.

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La verdad es que el viaje fue de lo mas tranquilo. Sin monstruos asaltando el barco desde los abismos del mar, ni piratas abordándolo para pasar a cuchillo a los viajeros. Hasta eché de menos lo movido de los viajes por los mares de Vana’diel. Me pasé todo el recorrido de charla con el timonel en la cubierta principal.

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Hasta llegar a Limsa…

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Vaya ciudad de las alturas. Tres o cuatro niveles laberínticos de pasadizos, puentes y túneles. Con mas encuentros graciosos. Como un mago de Hello Kitty 😛

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O un goblin buscando aventureros…

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La gente crafteando en las terrazas a 50 metros de altura deleitándose con las vistas del puerto…

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Vamos, que no es una ciudad para gente con vértigo.

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Por supuesto, di una vuelta por los alrededores, los pueblos circundantes con sus pequeños comercios.

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Su fauna…

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Y su flora…

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Con resultados nefastos, aunque bastante esperados…

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Toda Eorzea es una maravilla, llena de tesoros por descubrir y parajes por explorar. Me alegro de haber venido a este mundo.

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